El contacto físico por el masaje es vital para el bienestar personal.

El masaje nos proporciona el medio de hacer frente a una continua jornada de trabajo y de presiones cotidianas. Para la gran mayoría de noso

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LOS MASAJES


El masaje

El

Es una buena idea recibir masaje el mismo tiempo que se aprende, para conocer la experiencia de primera mano.  Así comprenderá como un simple masaje superficial puede suavizar y renovar , como la música apenas un poco más fuerte de la debido puede ser molesta o como una habitación fría puede echar  a perder todo el tratamiento. Recibir y disfrutar de los beneficios del masaje también le inspirará y motivara a practicarlo.  Es igualmente importante ocuparse de sí mismo al entregarse  a otro de este modo, ya que en caso contrario podría sentirse agotado y desear  figurar entre quienes reciben. Si se siente así, simplemente dese un automasaje. Idealmente, solo debería dar un masaje cuando lo desee y se encuentre bien; no sería justo para ninguno de los dos hacerlo si tiene sentimientos  ambivalentes al respecto, o si no se encuentra físicamente bien.
Al dar masaje, su actitud tiene una importancia fundamental. Para ofrecer un tratamiento que valga la pena necesita liberarse de preocupaciones y tensiones físicas. Esencialmente, debe sentirse sereno, enfocar la atención en el masaje y dejar pasar los pensamientos sin hacerles caso, hasta encontrarse en un estado de alerta relajada, con su capacidad intuitiva aumentada. Si se siente con ganas de concentrarse  en una zona particular del cuerpo de su pareja, confie en sí mismo.
Su intuición también le ayudara a percibir los sentimientos de los demás. Al acudir otras personas para un tratamiento, tome nota de la primera impresión que le producen, y piense en una cualidad que quisiera inculcar en ellos a través del masaje. Si le parece que la otra persona está agotada y abatida, y decide inyectarle energía y confianza a través de las manos, quizá le sorprenda comprobar los resultados. Al arrodillarse junto a la otra persona, antes o durante el contacto, visualice una bola  de luz blanca por encima de su cabeza, y piense que esa luz contiene las cualidades positivas que desea transmitir a la otra persona. Al inspirar, imagine que la luz se vierte a través de sus brazos y manos; inicie luego el tratamiento y confie en que la calidad de su contacto transmitirá su intención al otro.
Una vez que sea plenamente competente con todas las manipulaciones y rutinas, quizá empiece a sentirse aburrido. Eso es lo que les sucede a los profesionales del masaje que han aprendido un formato rígido que no deja lugar para la intuición o la creatividad.
Cada tratamiento que dé tiene que ser único y diferente. Aunque de masaje a la misma persona semana tras semana, sus necesidades no serán nunca las mismas. Aborde cada tratamiento, ya sea largo o corto, con una perspectiva nueva y compruebe como se siente el otro en ese momento concreto. Al gunas personas tienen una idea muy clara de cómo quisieran sentirse al final del tratamiento, que zonas necesitan más atención y por donde querrían que empezara usted. Si le parece apropiado, varie la rutina y empiece a trabajar  por la parte delantera del cuerpo. Si la persona ha acudido a usted con regularidad, controle el progreso; los cambios que observe actuaran como acicate para usted. Permítase trabajar intuitivamente sobre las zonas problemáticas, elabore sus propias manipulaciones o adáptelas de otras rutinas y trabaje con los ojos cerrados para aumentar la sensibilidad de sus manos. Tradicionalmente, los mejores masajistas orientales han sido ciegos que solo podían fiarse de sus manos para ver el mundo que les rodeaba.
Tenga en cuenta el momento del día en que realiza el tratamiento, y averigüe que hará después la persona. Si es por la mañana o la persona tiene que trabajar después, evite un tratamiento de relajación. Ofrezca un masaje más estimulante, trabaje con mayor rapidez y vigor en todos sus movimientos,  incluido el masaje superficial. Procure que las manipulaciones sean firmes y rítmicas y evite cualquier cambio brusco al acelerarlas. Recomiendo empezar por el rostro y la cabeza, para que la persona se beneficie de la profunda relajación que eso produce. Continúe trabajando la parte delantera del cuerpo a su ritmo normal. Luego, al ponerse de espaldas la persona aumente la velocidad de las manipulaciones sobre esta. Termine trabajando las piernas, con movimientos fuertes y vigorosos de masaje superficial. Incluya las manipulaciones de percusión, el golpeteo con los puños el hachazo, y termine con el hachazo sobre las plantas de los pies. Después de eso, la persona estará preparada para afrontar un día ajetreado de trabajo.

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